La respuesta está en nuestro cerebro y las hormonas
Sabemos que el sexo aporta un gran número de beneficios a la salud: mejora el estado de ánimo, contribuye a la salud cardiovascular, ayuda a disminuir el estrés e incluso contribuye al fortalecimiento del sistema inmunitario. Pero eso no es todo. También ayuda a conciliar el sueño y en especial a los hombres.
¿Por qué el sexo y, en especial la respuesta orgásmica, es una actividad inductora del sueño? La respuesta se encuentra en el orgasmo. Cuando tenemos un orgasmo se activa un cóctel de hormonas y neurotransmisores, a esto se le suma que en ese momento experimentamos un patrón de desconexión de la actividad cerebral en la corteza prefrontal. Todo ello nos lleva a un estado general de relajación y cierta somnolencia. Es una situación tan común que incluso tiene un nombre en francés: le petite mort (la pequeña muerte).
Además de disminuir la actividad de la corteza prefrontal, nuestro centro de acción, atención y cognición, también se activan otras zonas como la amígdala, encargada de gestionar las emociones y el placer. La combinación de estos cambios cuando alcanzamos el clímax nos relajan y además las hormonas que liberamos como son la oxitocina, la prolactina y la vasopresina reducen el estrés e incitan al sueño.
¿Por qué los hombres se duermen antes tras tener un orgasmo?
El papel de las hormonas
Se ha observado que en el hombre ocurren una serie de cambios tras el orgasmo que no se dan con la misma intensidad en la mujer. Esto ocurre porque en el hombre hay determinadas zonas del cerebro, como la corteza prefrontal, que se “apagan”. A este hecho hay que añadirle el papel que juegan las hormonas liberadas durante el sexo y tras el orgasmo.
Hay dos tipos de hormonas que se liberan en mayores cantidades en el hombre: la serotonina y la prolactina. La liberación de serotonina lleva el cuerpo del hombre a un estado de relajación más profundo y la prolactina anula el deseo sexual. Esta combinación hace que aparezca el sueño mucho más rápido en los hombres.
La hormona prolactina es conocida por su papel en la lactancia materna, pero también es producida por los hombres y tiene diversos efectos sobre ellos además de la anulación del deseo sexual. Es precisamente durante la actividad sexual cuando se potencia notablemente la secreción de esta hormona, por lo tanto al finalizar el acto todas estas hormonas empiezan a tener su efecto y provocan un estado de somnolencia.
Curiosamente, se ha comprobado también que esta gran liberación de prolactina ocurre durante el sexo, pero no tras la masturbación. Concretamente se segregan hasta cuatro veces más hormonas –y en especial prolactina– durante el acto sexual con otra persona que en la masturbación. Eso explica por qué los hombres suelen tener más sueño después de una relación de pareja que al estimularse ellos mismos.
Otra de las homonas más importantes que entran en juego durante el sexo es la oxitocina. Esta hormona es conocida como la hormona del apego, la que más predomina en una relación de pareja consolidada más allá de la dopamina que se segregaba al principio y provocaba un sentimiento de euforia. Por supuesto, en el sexo también es protagonista porque alcanza niveles muy elevados durante el orgasmo, tanto en hombres como en mujeres. Su función está muy asociada con la reproducción porque en las mujeres promueve las contracciones de la vagina, lo que facilita el movimiento del semen hacia el útero, mientras que en los hombres ayuda a contraer la próstata y las vesículas seminales.
Además de que el hombre entre en un estado de somnolencia de una forma más rápida, las mujeres no solo están todavía activas sino que parece ser que aumentan sus ganas de interacción con la pareja, tienen más ganas de establecer conversaciones y abrazar a la otra persona. Este comportamiento se debe a que tras el orgasmo liberan una hormona llamada vasopresina, con lo cual les apetece quedarse acurrucadas y establecer otro tipo de conexión más cariñosa.
El periodo refractario
Otra de los comportamientos biológicos que hay que tener en cuenta es la diferencia significativa entre hombres y mujeres en el periodo refractario, el tiempo de recuperación que hay entre un orgasmo y una nueva estimulación sexual.
Cuando un hombre tiene relaciones sexuales pasa por varias fases que corresponde a diferentes niveles de excitación. Al principio la excitación va aumentando hasta llegar a un punto en el que se estabiliza, conocido como meseta.
Después vuelve a aumentar hasta llegar a su punto álgido, el clímax, que suele coincidir con la eyaculación y el orgasmo. Esta fase es la que consideramos el final de la relación sexual, pero con respecto a la excitación hay dos fases más.
Tras el orgasmo, la excitación cae de forma brusca, esto lo llamamos resolución. Después llega la última fase, el periodo refractario, que es el tiempo de recuperación en el que el cuerpo aún no puede volver a sentir excitación. Este tiempo es mucho mayor en hombres que en mujeres ya que normalmente ellas pueden seguir estimulándose y repetir el orgasmo varias veces seguidas.
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